Vida amorosa
Miguel Ángel pretendía interiorizar las teorías
neoplatónicas del amor, haciendo grandes esfuerzos para conseguir un equilibrio
emotivo que pocas veces logró. Su inclinación natural por la materia, por las
formas físicas –era por encima de cualquier cosa, un escultor de cuerpos–,
unida a su fascinación por todo lo joven y vigoroso, emblemas de la belleza
clásica,d lo llevaron a decantarse por la belleza humana y el amor más sensual
hasta muy avanzada su vida. Esta conflictividad enriquecedora con la que el
artista vivió su deseo carnal, también afloró en el enfrentamiento con una
supuesta homosexualidad.
El artista mantuvo relación con diversos jóvenes, como
Cecchino dei Bracci, por el que sentía un gran afecto. Cuando en 1543, Bracci
falleció, Miguel Ángel le diseñó la tumba, en la iglesia de Santa María in
Aracoeli de Roma, y encargó que la realizase su discípulo Urbino.También
Giovanni da Pistoia, joven y bello literato, fue durante un tiempo íntimo
amigo, y algunos estudiosos plantean que mantuviera una relación amorosa con
Miguel Ángel en la época que empezó a pintar la bóveda de la Capilla Sixtina;
esta relación queda reflejada en unos sonetos muy apasionados que Giovanni le
dedicó.