Plaza del Capitolio
Después de
Florencia, en Roma también desarrolló una etapa arquitectónica durante sus dos
últimas décadas de vida; así en 1546 se le encargó la urbanización de la plaza
del Capitolio o Campidoglio. Durante la visita del emperador Carlos V, el papa
Pablo III, entre las diversas realizaciones para el ornamento de la ciudad con
ocasión de este recibimiento, había hecho trasladar algunas esculturas a la
Colina Capitolina: en 1537 se había colocado la estatua ecuestre de bronce de
Marco Aurelio, símbolo de la autoridad imperial y por extensión de la
continuidad entre la Roma imperial y la papal; esta escultura debía de ser el
centro de partida de toda la urbanización. Miguel Ángel, para que hubiera una
visión unitaria, dispuso el Palacio de los Senadores (sede del ayuntamiento) en
el fondo de la plaza, con unas escalinatas tangentes a la fachada; y delimitada
a los lados por dos palacios: el Palazzo dei Conservatorio y el llamado Palazzo
Nuevo construido ex-novo, ambos convergentes hacia la escalera de acceso al
Capitolio. Los edificios, actualmente los Museos Capitolinos, fueron dotados de
un orden gigante con pilastras corintias en la fachada, cornisas y arquitrabes,
y proyectadas divergentes, no paralelas, de manera que la plaza quedaba en
forma de trapecio, para conseguir la ilusión óptica de más profundidad.
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Grabado del año 1568 de Étienne Dupérac según el proyecto de Miguel Ángel. |
El motivo empleado en el pavimento de la plaza, se
diseñó con una retícula curvilínea inscrita en una elipse centrada en el
basamento de la estatua de Marco Aurelio, y dividida en doce secciones, que
recuerda el símbolo usado en la antigüedad para los doce signos del zodiaco, en
alusión a la cúpula celestial. También es una referencia a la arquitectura
cristiana, con el símbolo de los doce apóstoles. El tratamiento que hizo Miguel
Ángel se parecía al tipo de schemata medieval para coordinar el ciclo lunar con
otras interpretaciones como las horas y el zodiaco, tomando como ejemplo para
estas claves simbólicas las del manuscrito del siglo x del De Rerum Natura de
San Isidoro de Sevilla (que trata sobre astronomía y geografía).
Miguel Ángel confirió a
la plaza una plástica extraordinaria, encargada de fusionar todo el ambiente
arquitectónico. Resulta un espacio abierto, sobre todo entre los dos palacios
simétricos, como si fuera un salón al cual se llega mediante la gran rampa
central de subida, la Cordonata Capitolina, con unas balaustradas también
divergentes para provocar el efecto visual unitario con la plaza. La unidad
total no se consiguió hasta bastante más tarde con la construcción del Palazzo
Nuevo, proyectado por Miguel Ángel para separar la plaza de la iglesia de
Aracoeli. Las fachadas fueron construidas, en su mayor parte, una vez muerto el
artista, y aunque no son una fiel realización de sus proyectos sí que
constituyen una magnífica composición.
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Reconstrucción axonométrica del proyecto de Miguel Ángel para el Capitolio. |
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